Todos los tipos de conflictos del alma consisten en la falta de armonía entre la conciencia de sí moral o espiritual, y la conciencia de sí puramente intelectual. [1] Huir del deber es sacrificar la verdad. Evadirse del servicio de la luz y la vida sólo puede llevar a esos conflictos angustiosos. [2]
Todos los creyentes tendrán que atravesar una zona de conflicto al pasar de la vida que se vive en la carne a la vida superior que se vive en el espíritu. [3]
Los defectos de adaptación, la falta de armonía y los conflictos, todas estas cosas son inherentes al crecimiento evolutivo, desde los universos físicos hasta las criaturas personales. [4] Todo conflicto es malo en el sentido de que inhibe la función creativa de la vida interior —es una especie de guerra civil en la personalidad. [5]
Aquellos conflictos que ponen en marcha la elección de unas maneras de reaccionar nuevas y mejores, en lugar de las antiguas formas inferiores de reaccionar, son los que hacen surgir las nuevas perspicacias religiosas. [6]
Los conflictos ocurren cuando los hombres se atreven a abandonar una vida de intensos deseos naturales a favor de un arte de vivir arriesgado y de una lógica incierta. [7]
Los nuevos significados sólo emergen en medio de los conflictos; y un conflicto sólo persiste cuando nos negamos a adoptar los valores más elevados implicados en los significados superiores. [8] Para Jesús la oración era una prevención de los conflictos. [9] Los conflictos no resueltos destruyen la unidad y pueden terminar en el desquiciamiento mental. [10]