Una creciente sequía provocó gradualmente el gran éxodo andita desde las tierras situadas al sur y al este del Mar Caspio. [1] Una creciente sequía hizo que las tribus de las tierras altas invadieran el valle del Éufrates. [2]
Un gran cambio climático destruyó la civilización del Sahara. Los hielos del norte retrocedieron y los vientos que traían las lluvias del oeste cambiaron hacia el norte, convirtiendo las fértiles estepas del Sahara en un desierto estéril. [3]
Hacia el año 8000 a. de J.C., la aridez lentamente creciente de las regiones montañosas de Asia central empezó a arrojar a los anditas hacia el fondo de los valles y las costas marítimas. Esta sequía cada vez mayor no solamente los empujó hacia los valles del Nilo, del Éufrates, del Indo y del Río Amarillo, sino que produjo un nuevo desarrollo en la civilización andita. [4] Hacia el año 3000 a. de J.C., la aridez creciente hizo retroceder a estos andonitas hacia el Turquestán y luego Europa. [5] Una grave sequía significaba la muerte para los agricultores primitivos; controlar el tiempo era el objetivo de una gran parte de la magia antigua. [6]