El individuo inmaduro despierta antagonismos, mientras que el hombre maduro se gana la cooperación, amplificando así las contribuciones de su vida. [1] El desánimo, la preocupación y la indolencia evidencian la inmadurez moral en el viaje hacia la madurez intelectual y emocional. [2] La inmadurez separa el presente de su verdadera relación con el pasado y el futuro, mientras que la madurez revela su conexión coordinada. [3] El Padre participa en nuestra experiencia con la inmadurez y la imperfección en la carrera evolutiva de cada ser moral en todo el universo. [4]
En el gran esquema, la cooperación colectiva y la alineación sincera con la voluntad divina son vitales para la supervivencia y evolución de la humanidad, ya que la inteligencia libre e inexperta no puede inicialmente ser universalmente sabia. [5] Negarse a crecer obstaculiza el crecimiento personal y obstaculiza las interacciones sociales efectivas. [6]
La búsqueda de deseos egoístas conduce a la inmadurez social, lo que obstaculiza el arte de vivir y el desarrollo del carácter personal en una civilización que evoluciona rápidamente. [7] Nuestra negativa a perdonar a los demás indica nuestra inmadurez, lo que obstaculiza nuestra capacidad de mostrar compasión, empatía y amor. [8]