El servicio para la extensión del reino de la verdad ilumina las recompensas diferidas inherentes al servicio desinteresado. [1] Brinden ayuda sin pensar en las recompensas, pues Dios no recompensa al hombre por lo que hace, sino por lo que es. [2] En el Paraíso, la individualidad se distingue y las acciones finales se realzan por las recompensas que siguen al esfuerzo. [3] La única recompensa de los creyentes es la alegría espiritual, la comunión divina y la vida eterna en comunión con Jesús. [4]
La recompensa de la satisfacción personal reside en mostrar misericordia como una cualidad del crecimiento y el hermoso clímax de la misericordia genuina. [5] Las verdaderas recompensas por una vida noble son los premios espirituales que están más allá de esta vida en la carne. [6] La verdadera religión es conocer a Dios como Padre y al hombre como hermano, no creer en promesas mágicas de futuras recompensas místicas. [7]
Vivir una vida recta trae consigo una satisfacción profunda que trasciende cualquier recompensa material, convirtiendo cada momento en esta esfera mortal en un eslabón valioso en una cadena eterna de experiencias. [8]
Hace 800.000 años, los cazadores neandertales exitosos pudieron elegir esposas, lo que mejoró su habilidad para la caza y condujo a una religión primitiva de temor y sacrificios humanos. [9]