Cuídense de los dardos venenosos del ridículo y manténganse fieles a su fe. [1] Adviertan contra el sarcasmo, pues puede herir el amor propio de las almas tímidas y herir a los ingenuos. [2]
La traición de Judas fue alimentada por la poderosa influencia del ridículo de sus amigos saduceos, lo que finalmente lo llevó a tomar la determinación final de abandonar a Jesús y a sus compañeros apóstoles. [3] Pedro se debilitó ante el ridículo, a pesar de su gran fuerza de devoción a Jesús. [4] Los saduceos intentaron exponer a Jesús al ridículo, pero sólo lograron granjearse más simpatía por él. [5]