© 2000 Paul Snider
© 2000 Asociación Urantia Internacional (IUA)
Una personalidad unificada en equilibrio — la fundación para el crecimiento religioso | Journal — Marzo 2000 — Índice | Un discurso conferencial |
Nota de Urantiapedia: Este artículo también se publicó en Fellowship Herald Volumen 2, Número 1, 1999 (invierno)
Discurso de la conferencia plenaria, IC99, Canadá, agosto 1999
Paul Snider, USA
Un saludo al Dios que vive dentro de cada uno de vosotros.
Traemos un hijo al mundo. Algo simple y ordinario, pero maravillosamente complejo. Tanto si lo sabemos como si no, nos hemos visto comprometidos con la suprema responsabilidad de la existencia humana. [1] Hemos comenzado el proceso de alimentar y dar forma a un ciudadano del cosmos. ¡Cuánta fe tiene el Padre de los cielos en nosotros para permitirnos el privilegio de hacer algo así!. [2] para confiar Sus hijos a nuestro cuidado. [3] De todas las confianzas depositadas en los humanos, ésta es la más sagrada, [4] nuestro deber humano más alto. [5] Tanto si lo reconocemos como si no, éstos son los hechos de la vida.
(Por cierto, habrá notado bastantes referencias al El Libro de Urantia en lo que he dicho. Sólo mencionaré unas pocas de ellas de manera específica.)
¿Qué hay en la idea de familia que la hace tan profundamente importante? ¿Por qué El Libro de Urantia dice que casi todo lo que tiene valor perdurable tiene sus raíces en la familia, [6] que el hogar es la única esperanza de supervivencia de la civilización?7 ¿Cómo es que la familia ocupó el mismo centro de la filosofía de vida de Jesús, en esta y en la otra vida? [7] ¿Qué es lo que hay en noción tan simple que resuena desde aquí hasta el Paraíso y más allá?
Creo que podemos encontrar algunas respuestas considerando lo que las familias hacen. Cada familia es única. No hay dos que tengan exactamente la misma dinámica. Y aún así, todas las familias hacen las mismas cosas, con mayor o menor habilidad.
En la vida familiar somos como piedras de bordes ásperos arrojadas juntas. Continuamente nos movemos y rozamos contra las otras en el río del tiempo. Después de tanto restriego los bordes ásperos empiezan a desaparecer. Nos hacemos suaves guijarros. Ajustamos nuestros antagonismos. Enseñamos la búsqueda de la paz a nuestros hijos. [8] La familia es la Maestra que nos hace civilizados. [8:1]
Con algo de ayuda de los amigos, los vecinos y la comunidad, la verdadera familia nos enseña la mayoría de lo que es realmente esencial en la vida. [8:2] Esto es lo que El Libro de Urantia nos dice. Esto es lo que nuestra propia experiencia nos confirma. Bien, ¿qué es lo esencial en la vida?
Lo primero de todo, empezamos a aprender sobre el amor, cómo amar, cómo ser amados. Todo el fundamento de ciudadanía cósmica se construye sobre la base firme del amor. Sin amor no somos nada. Sin amor no hay lugar para nosotros en el universo. Por el modo en que amamos a nuestros hijos empezamos a vislumbrar — empezamos realmente a experimentarla manera en que Dios se relaciona con sus hijos del universo. Y al mismo tiempo — si ‘lo cogemos’ bienpresentamos a nuestros hijos la primera de una larga serie de revelaciones ascendentes sobre el amor de Dios hacia todos los hijos del universo. [9] Empezamos a hacer un retrato del amor incondicional.
Segundo, aprendemos sobre la misericordia. He recibido tan a menudo misericordia no merecida, que he llegado a definirla como lo que se tiende hacia alguien que no lo merece. Si es merecido, no es misericordia, es justicia.
Alguien me dijo una vez que el hogar es adonde se va cuando se no puede ir a ningún otro sitio. Cuando pienso sobre ello, cuando pienso sobre los hijos que no tienen posibilidad de volver al hogar más — cuando imagino sus ojos— me rompe el corazón. Misericordia es lo que tiendes a alguien que no lo merece. Hogar es donde primero aprendemos sobre misericordia y perdón. Misericordia es amor aplicado. [10]
Tercero, aprendemos sobre servicio. Un verdadero padre continuamente ayuda al hijo. [11] Y servicio no significa complacencia. Justo lo contrario. El servicio se dirige a las cosas que construyen el carácter. Con el tiempo, los hijos acaban reconociendo esto y apreciándolo. Y este servicio dura a lo largo de toda la relación padre-hijo. Nunca se deja de ser un padre. Nunca se deja de ser una madre.
La lista podría continuar y continuar. Y así muchas otras cosas. La familia enseña cultura a la siguiente generación. [12] La familia enseña paciencia, altruismo, tolerancia, dominio de sí mismo. [13] Y también enseña deber, responsabilidad, disciplina y consecuencias. Nos enseña que estamos todos en el mismo saco, que progresamos o que caemos, un poco o bastante, con las acciones de cada miembro. [14] No es como una gran corporación en la que podemos decir: Hemos tenido algunos problemas financieros este año. Debemos acortar plantilla. Lo siento, muchachos, pero tendremos que dejar marchar a algunos de vosotros. Buena suerte. [15]
De ninguna manera. En una familia no puedes dejar aparte o echar a nadie. La familia enseña: Estamos en esto todos juntos. Iremos a más o a menos sin separarnos . . . En algún lugar el pensamiento recurre a mi mente una y otra vez: Es la voluntad del Padre que ninguno se pierda.
Seis meses después de que descubriera a Dios descubrí El Libro de Urantia. Esto fue en 1965, y Mary ha estado conmigo en esto desde el principio. No tengo palabras para explicaros de cuán valor fue eso para mi.
El Libro de Urantia nos hizo conscientes de una presencia, dentro de nuestro alcance, de una esfera de vida de infinitamente mucho más valor que la vida corriente de la humanidad. [16] Quisimos averiguar más sobre esto, explorar los caminos más elevados y ir a donde nos condujeran. Quisimos iniciar a nuestros hijos en el marco de la majestuosidad cósmica de las enseñanzas de Urantia. Pero ¿cómo?.
No fue una cuestión fácil.
Sin saber qué otra cosa hacer, nos sumergimos de lleno en la aventura. Cometimos cada fallo del que pudiéramos pensar, y unos pocos más. Probábamos a leer pasajes del libro durante las cenas. Probamos lecciones formales, con planos y diagramas, un tratamiento completo. Ciertos destellos aparecían en los ojos de los niños con los cuentos. Intentamos hacer un grupo de estudio familiar. Intentamos unas pocas asambleas familiares desastrosas. No conectábamos.
Un día, ante la mención de Jesús, notamos como siete o ocho segundos de puro e inquieto silencio entre los niños. Entonces uno dijo: «Hala, otra charla mental.»
Aquello nos paró en seco. Nos sentimos un fracaso total. Por más de seis meses no hicimos mención alguna del libro ni de las enseñanzas. Y entonces nos dimos accidentalmente de bruces con la luz.
Lo que empezó a funcionar era bastante simple y práctico. Empezamos a la mesa del comedor. En los meses y años que siguieron, hacíamos otras cosas —hicimos mucha actividad de estudio en grupo, siempre con los niños, pero siendo éstos libres de ir de acá para allá como gustasen. Tomamos parte durante años en bellas reuniones donde dábamos muestras de devoción en una religión organizada. Pero fue la mesa del comedor la que cambió la marcha.
Mary y yo tomamos juntos los pasos que dispusieron nuestras vidas de manera que pudiéramos tener las comidas de familia sentados. Nada de televisión. Nada de distracciones. Restringí mis viajes a sólo unos días al año.
Sentados alrededor de la mesa empezamos a contar historias de El Libro de Urantia, sin planearlo como un ejercicio de enseñanza. Simplemente surgía de nuestro entusiasmo. Empezamos a contar historias sobre el Jardín del Edén, Adamson y Ratta, los fandors, los medianes, las cosas que pasaban en Dalamatia, la rebelión de Lucifer, Van y Amadon, la vida en un planeta vecino, lo que ocurre cuando despertamos de la muerte terrenal, el viaje moroncial, Jesús en el Monte Hermon, Jesús y Rebeca —tantas historias de Jesús. El Libro de Urantia tiene muchísimas buenas historias. Algunas de ellas son espectaculares.
Los niños encontraban estas historias fascinantes, y hacían preguntas. Era una transición natural y fácil moverse del cuento a la enseñanza. En las conversaciones normales sobre los sucesos del día, los asuntos siempre aparecían como si las perspectivas de los capítulos Urantia pudieran arrojar una luz complementaria.
Mucho de lo que intentamos enseñar vino en respuesta a preguntas. Todos los niños tienen una gran curiosidad y una viva imaginación. Pero al principio, tendíamos a sobre-enseñar, a decir demasiado. Pronto descubrimos que teníamos que aprender una lección fundamental, que era: los niños deben mantener el control del proceso de aprendizaje, y deben sentir ese control.
Debido al propio entusiasmo por las enseñanzas, no siempre se observa suficientemente el lenguaje del cuerpo que nos dice que la puntualización ya se ha hecho o que la lección ha finalizado. Se tiene un gran deseo de añadir un pensamiento más para redondear un concepto, mostrar uno o dos hechos más, dar un ejemplo más, ofrecer una observación convincente más… No.
Cuando la mirada dice «stop», cuando el lenguaje del cuerpo dice «stop», muérdete la lengua y para. Deja que los niños lo controlen. Esto supone toda la diferencia. Mantiene las cosas relajadas. Estimula al niño a continuar haciendo preguntas… Puedo recordar noches en las que no abandonábamos la mesa del comedor hasta medianoche. Dos niños en una rodilla, otro en la otra rodilla. Preguntas, preguntas, preguntas. Era estimulante.
Hay otra cosa que debería mencionar sobre las discusiones en la mesa del comedor. Mary y yo bastante a menudo vemos las cosas de diferente manera. Compartimos los mismos principios, pero nuestras percepciones provienen de diferentes ángulos. Debo mencionar también que Mary —bendito sea su corazón— nunca ha dudado de hacerse oír. A lo largo de los años han sido muchas las veces en las que Mary y yo presentábamos diferentes interpretaciones de alguna de las enseñanzas de Urantia. Hasta el punto que pensé para mí mismo: Dios mío, vamos a confundir realmente a los chicos. No fue hasta muchos años después que aprendimos que ellos no estaban confusos en absoluto. Lo que sacaron en claro de estos intercambios de opinión fue esto: No hay un dogma. Se es libre de tener una opinión propia. Para una mente joven, ésta fue una revelación liberadora.
En nuestros años de cuidado de los hijos hubo dos cosas que conscientemente intentábamos hacer.
Más que nada, queríamos que cada uno de nuestros hijos desarrollase una relación personal, privada y poderosa, con Dios, y un deseo de que siguieran la inspiración de la vida y enseñanzas de Jesús les llevase a donde les llevase.
Segundo, quisimos ayudar a nuestros hijos a desarrollar un marco donde vivir sus vidas mortales que fuera totalmente consistente con todas las fases de vida posteriores del universo — a lo largo de las progresiones moronciales, incluso hasta los reinos del Paraíso. Quisimos que nuestros hijos se sintieran como en casa en el universo, [17] que supieran que tenemos amigos en otros mundos.
No lo llamábamos ciudadanía cósmica por entonces, pero haciendo retrospección eso era de lo que hablábamos frecuentemente. Excepto con el Supremo. Apenas entramos en el terreno del Supremo.
La ciudadanía cósmica no comienza en los mundos de las mansiones. Comienza aquí y ahora. Uno de los mayores propósitos de El Libro de Urantia es comunicárnoslo. Más allá de su propósito de transformación espiritual, la revelación nos introduce en la idea de que somos participantes, a nivel de acceso, de un proyecto inmenso. Nos viene a decir: Pueblos del mundo, así funciona el universo. Es hora de que lo sepáis. Éstas son las realidades del universo. Empezad a acostumbraros a ello.
Vivimos, nos movemos y tenemos nuestra existencia dentro del Ser Supremo [18]—Dios Madre evolutiva, [19] el Dios finito, [20] el Dios del espacio y el tiempo, [21] el Dios de la experiencia. [22] Sólo podemos aproximarnos al Supremo por medio de la experiencia. [23] Tenemos que hacer algo. [24] No podemos evolucionar sin el Supremo. El Supremo probablemente no puede evolucionar sin nosotros. [25] Así, tenemos un deber para con el Supremo. [26] Nuestro deber es ayudar a construir niveles dinámicos de espiritualidad basados en la experiencia, hacia la inmanencia del Supremo. [27] Éste es un gran trabajo. Implica a todo el gran universo. [28] Debemos trabajar juntos para realizar nuestra minúscula, minúscula, minúscula irreemplazable parte. [29]
¿De dónde partimos? ¿Cómo empezamos? Voy a sugerir ocho tipos de acción, ocho modos de vida, que repercuten en el Supremo, que no sólo nos ayudan a evolucionar a nosotros, sino también al Supremo. Hay muchas, muchas más cosas que podemos hacer aparte de estas ocho ideas, pero éstas ocho son ilustrativas de cómo podemos proceder como individuos. Ni siquiera intentaré sugerir cómo podríamos proceder como grupo. Pero como individuos, éstas son el tipo de cosas que empiezan a construir un base sólida para la ciudadanía cósmica. De modo más detallado, esto era el tipo de cosas que discutíamos a lo largo de los años alrededor de la mesa del comedor.
La primera acción es permanecer centrado.
Cada uno de nosotros tiene que tomar una decisión sobre supervivencia y crecimiento continuado, para llegar a ser más a la manera de Dios. Debemos querer progresar. Mary y yo dábamos garantías absolutas a nuestros hijos de que ninguno de ellos entraría a la fuerza y a gritos en estados superiores de existencia. Cuando la vida te deprime, permanece centrado en una visión más amplia de las cosas.
Permanecer centrado significa permanecer concentrado en la voluntad del Padre como el principio singular y permanente de toda la existencia, el camino seguro de progreso, ahora y siempre.
Pero hay un importante matiz a la palabra. Debemos decir inteligentemente centrados. Lo que esto no significa es decir: Eh, jefe, dime qué hago y lo haré. [30] No se puede uno acercar al Paraíso con esa actitud. Se necesita proporcionar algo de verdadero ímpetu voluntario.
Lo que sí significa es compañerismo inteligente, siempre sabiendo quién es el compañero de categoría superior. Centrado inteligente significa que expresamos una y otra vez —siempre— dentro de nuestra mente, el poder volitivo completo de las prerrogativas de personalidad que Dios nos ha dado: Padre, estoy
dispuesto a hacer tu voluntad. Elijo tu voluntad. Comprendo su importancia suprema.
Mucha gente cree que la voluntad del Padre sólo tiene que ver con grandes decisiones, grandes acciones. Piensan que Dios está demasiado ocupado como para involucrarse en los pequeños y comunes detalles de la vida diaria. Aquellos que mantienen este punto de vista sencillamente no comprenden que Dios es ciertamente infinito.
Hay una frase, sólo un parte de una oración de El Libro de Urantia, que claramente muestra que la voluntad de Dios se extiende incluso en los más pequeños detalles de la vida, que en cada momento de nuestra existencia consciente, tenemos la oportunidad de elegir su voluntad. La frase está en la página 1555, en el medio del parágrafo 2 , en una descripción del apóstol Juan.
Yo pienso que es la frase más poderosa de El Libro de Urantia. Dice que Jesús siempre encomendó su más ligero deseo a la voluntad de su Padre en el cielo.
Para una mente corriente, [31] una entrega a este nivel —al 100 por ciento— sería terriblemente restrictiva, como un corsé. Nos convertiría en zombis espirituales. El hecho es que nos conduciría justamente a lo contrario. La voluntad del Padre es la fuerza más liberadora del universo. Jesús lo demostró una y otra vez en su vida. Y cuanto más a fondo progresemos como ciudadanos cósmicos, de manera más completa llegaremos a experimentar realmente la verdad de esta declaración.
La segunda acción es permanecer relajados.
No quiero decir gandulear por ahí con el albornoz puesto. Quiero decir relajados interiormente. Relajados espiritualmente. No estés todo el rato tomándote el pulso espiritual. El núcleo de acción de esta idea viene de moverse desde un estado de tensión hacia algo que se aproxime a la serenidad espiritual. Tendremos que hacer esto durante muchas épocas aún por venir. No se puede crecer cuando se está tenso.
La historia más relajante espiritualmente que he oído nunca surgió de una reunión hace mucho tiempo entre George Foxx, fundador de los quakers, y William Penn, antes de que se desplazara a Pennsylvania. Tal
como me fue contado el relato, Penn era por entonces un joven inglés, un guapo machote, un matón con espada. Se estaba volviendo interesado en los quakers y pensaba en adherirse a su sociedad religiosa. Pero tenía dudas. Así que se reunió con George Foxx.
Penn decía: Si me hago un quaker, cuánto tiempo podré llevar mi espada?
Foxx dijo: Sentémonos y oremos juntos sobre ello.
Oraron juntos por un buen período de tiempo. Finalmente, Foxx alzó la vista y dijo: Tanto como puedas.
Creo que la historia revela la actitud de Dios hacia nosotros. Ponte en camino con tu ser completo. No vuelvas la vista al bagaje que dejas detrás. Lleva tu espada tanto como puedas. Pero cuando la poses, cuando no sea parte de ti nunca más, pósala para siempre.
La tercera acción es permanecer equilibrado.
Sólo porque estudiemos El Libro de Urantia eso no significa que ya estemos a la posada del medio camino al cielo. Significa que nos hemos expandido en potencia. No somos gente elegida. No somos especiales. Lo que tenemos es el sustento de una perspectiva cósmica muy amplia. [32] Nuestro desafío es trasladar lo potencial a lo efectivo — vivir las enseñanzas que hemos comenzado a comprender. Pero nuestro camino desde aquí hasta allí es largo y difícil.
Siempre hicimos hincapié en: Usa el sentido común. Mantén las cosas en proporción, incluso El Libro de Urantia. Asimila la globalidad de las enseñanzas. No te pierdas en una parte aislada.
Año tras año, como una familia, somos espectadores de individuos que van por ahí con Libros de Urantia, pero que claramente han perdido su equilibrio y se han convertido en desconocidos. Algunos se convertían en extraños por sí mismos. Algunos parecían caer víctimas de las distracciones que entrelazan el movimiento Urantia.
Constantemente enseñábamos a los hijos que hay una dignidad y una valía innata en cada persona, que con el tiempo todos llegaremos a hacernos hermanos y hermanas de destino. Y a menudo explicamos a nuestros hijos que nunca podemos saber dónde, o cuándo, o cómo la luz de Dios iluminará la mente de otra gente. La única cosa que podemos saber con certeza es que Dios siempre trabaja de maneras sorprendentemente originales. Así que deberíamos escuchar cuidadosamente lo que los otros dicen, tratar de permanecer espiritualmente atentos. Con el paso de los años, creímos conveniente considerar estas enseñanzas con relación a las observaciones y evaluación necesarios para determinar cuándo estábamos ante la verdad, o cuándo estábamos ante un exagerado ego religioso. [33]
Con Jesús como modelo, estas valoraciones son mucho más fáciles de realizar. La simetría de la personalidad de Jesús es equilibrio en su forma más exquisita. Se nos ha dicho claramente que «… el secreto de su vida religiosa sin par fue su consciencia de la presencia de Dios; y ello lo alcanzó por medio de oración inteligente y adoración sincera —comunión ininterrumpida con Dios— y no por medio de guías, voces, visiones, o prácticas religiosas fuera de lo ordinario». [34] Eso lo dice todo.
La cuarta acción es permanecer leal.
Permanece leal hasta los valores más elevados que puedas comprender. Se nos ha enseñado que las lealtades humanas, una vez movilizadas, son difíciles de cambiar. [35] Nuestras más profundas lealtades subyacen en las acciones de todo cuanto hacemos.
Quisimos de nuestros hijos que encontraran caminos que les guiasen a los más profundos rangos de movilización del alma.
Jesús daba un gran valor a la lealtad. Y así lo hace la raza humana. La documentación de Urantia nos dice que los hijos están permanentemente inculcados sólo por nuestras lealtades primarias.[36] Y los hijos no pueden ser engañados sobre esto.
Cuando hayamos establecido la soberanía de la verdad, belleza y bondad en nuestros corazones, [37] la alimentaremos y apoyaremos dondequiera que la encontremos. Seremos leales a lo que estos valores representan
La gente tiende a hablar de la verdad, belleza y bondad casi en singular. Ellos captan lo que la verdad significa. Comprenden la bondad. Pero a menudo —demasiado a menudo— la gente olvida que la belleza es la palabra de en medio, de igual valor que las otras dos. La belleza es un aspecto primario de Dios que demasiado a menudo pasamos por alto.
No solamente la belleza de las cosas físicas y materiales, sino también la belleza de las relaciones en las cuales la integridad de la relación es honrada y nunca violada o traicionada. Belleza del espíritu de las cosas. Niveles cósmicos de belleza. Belleza que surge dentro del gran poder espiritual de la devoción hecha de todo corazón hacia una causa común, lealtad mutua hacia una Deidad cósmica. [38]
La gran cuestión que podemos enseñar a nuestros hijos es esperanza y fe en la definitiva bondad, verdad y belleza de la creación.
Lealtad centrada en Dios es fundamental. Lealtad a la verdad, belleza y bondad es fundamental. Nuestra lealtad primaria será puesta a prueba una y otra vez en nuestra aventura hacia Dios. Y estos tests normalmente surgirán de emboscadas, para cogernos cuando no estemos mirando, para capturar lo que sea realmente una reacción espontánea e instantánea del corazón.
La quinta acción es permanecer resuelto.
Persevera. Crece hasta el máximo de tu ser. Nunca te detengas, excepto para un descanso ocasional. Usa los talentos que te han sido dados. Úsalos o piérdelos [39] — ésa es la ley del universo.
La vida te dejará hecho polvo una y otra vez. Vuélvete más fuerte cada vez. Ponte de pie y avanza. Aprende de tus errores. Hazte mejor por la experiencia.
Una de mis historias favoritas es la del boxeador, Archie Moore. Archie Moore tenía una resistencia destacada como luchador. Tenía 45 años y aún sacaba fuera del cuadrilátero a los de 22 .
Una noche Archie tenía que habérselas con un joven y recio luchador en una ronda de 15 asaltos. Archie iba a dar un derechazo dentro del asalto 15 cuando su oponente le tumbó en la lona. El árbitro empezó la cuenta. Al llegar a nueve Archie se levantó, y rápidamente procedió a golpear al otro tipo hasta sacarle fuera del ring.
En el camerino algunos reporteros se agolparon alrededor de Archie. Ya sabes cómo son los reporteros —a veces hacen preguntas realmente estúpidas. Pero a veces las preguntas estúpidas producen respuestas notables. Uno de los reporteros preguntó: Archie, cuando estabas caído al llegar a nueve, en qué pensabas?
Archie pensó durante unos momentos, y entonces dijo: Bueno, me puse a pensar — como tuvo toda la tarde— que si no me levanto del suelo, voy a perder la pelea.
Esa historia inspiró a toda nuestra familia durante 30 años. Cuando las cosas se ponen feas, cuando has trabajado hasta el punto del completo extenuamiento y hay aún más por hacer, cuando tienes que habértelas con una fecha límite imposible y todas las energías parece que se han ido, cuando todo parece que se confabula en tu contra, simplemente dite a ti mismo: Si no me levanto del suelo, voy a perder la lucha. Entonces levántate del suelo y gana la batalla.
La sexta acción es permanecer sin juzgar.
Ésta es una acción porque generalmente hay que trabajar en ello. No surge en nuestras cabezas de manera natural como primera reacción, a menos que uno se haya vuelto muy espiritual.
Permanecer sin juzgar significa que debemos ser precavidos respecto a nuestros juicios sobre otra gente, especialmente respecto a sus motivos. Estoy seguro de que todos nosotros, en una ocasión o en otra, nos hemos encontrado acusados de motivos que eran justo lo contrario de lo que nosotros pensábamos. Así que todos comprendemos este riesgo social.
Ser enjuiciador es hacer condenas rápidamente, es asignar motivos deprisa y asumir fácilmente una moralidad superior. Creo que todos nosotros podemos imaginar que la vida en el cosmos no puede proceder con esta base. Así que es mejor que empecemos a aprender la lección ahora, que empecemos a dar un alto valor a la exactitud. Dar a otros el beneficio de la duda. Acercarnos a las situaciones de la vida sin una actitud de enjuiciamiento.
A veces lo que pensamos que vemos no es lo que estamos viendo en absoluto. El retrato en El Libro de Urantia de nuestro gruñón ancestro primitivo enfrentándose a un tigre diente-de-sable es sólo uno de los innumerables ejemplos que podríamos utilizar. Lo que se nos ha enseñado a buscar es la verdad contenida en lo que ocurre.
Éste es uno de mis ejemplos favoritos. [40] Hace unos mil años el Rey Canuto el Grande anexionó Dinamarca, Noruega, el sur de Suecia e Inglaterra al imperio Vikingo. La lectura de los libros de historia que probablemente habrás leído nos contará que Canuto tenía un ego enorme y que estaba tan ebrio de poder que hizo una cosa extraña. Puso la silla de su trono en el borde del mar y ordenó a las olas que pararan. Ésta es la historia de un historiador erróneo.
El verdadero historiador te diría esto. Sí, Canuto cogió su silla de trono y la puso al borde del mar. Sí, efectivamente ordenó a las olas que pararan. Pero examinemos el motivo que hay detrás del acto.
Canuto estaba harto de la adulación de aquellos que le rodeaban. No paraban de decirle que era tan poderoso que era capaz de cualquier logro. Necesitaba enseñarles una lección que nunca olvidasen.
«Después de ordenar al mar retroceder y habérsele mojado los pies, Canuto entonces dijo: Dejad a los hombres conocer cuán vacío y sin importancia es el poder de los reyes, ya que no hay nada digno de ese nombre sino él a quien el cielo y la tierra y el mar obedecen por medio de leyes eternas.
«Después de eso, Canuto nunca más llevó su corona. En lugar de eso la colgó en la pared de la Catedral de Winchester.»
De modo que lo que le pareció ego y ebriedad de poder a un erróneo historiador fue en verdad una demostración de profunda humildad para un historiador fiel. No nos hagamos falsos historiadores, ni siquiera en los pequeños detalles de nuestra vida e interacciones diarias. Ésta es una lección para perpetuidad.
La séptima acción es permanece dinámico.
Permanece dinámico para superarte en todo lo que acometas. No se puede ir al Paraíso con un esfuerzo de corazón a medias. El universo es un lugar de corazones completos. Más valdría que lo aprendiéramos ahora mismo. Siempre hazlo lo mejor posible. Lo que vale la pena hacer, vale la pena hacerlo bien. Pon tu corazón en ello. Éstos no son clichés. Esto es realidad al 101 por ciento.
Se nos ha dicho que «… es repugnante para la naturaleza divina sufrir cualquier tipo de deterioro o incluso permitir la ejecución de cualquier acto puramente personal de una manera inferior.» [41] El trabajo de este mundo es de la mayor importancia, pero importante como es, el trabajo en sí no es casi tan importante como el modo en que hacemos este trabajo. [42]
Como ciudadanos del cosmos, la búsqueda por la perfección —perfección relajada— debe ser el deseo subyacente en todo cuanto hagamos.
La octava acción es permanece dispuesto a cooperar.
Si no somos aún de índole cooperativo, será mejor que empecemos a aprender rápido. Una de las más importantes lecciones que aprendemos en este planeta es el trabajo en equipo, [43] cómo trabajar de manera efectiva con otra gente, especialmente con gente que no es en absoluto como nosotros. Una vez aprendido el valor trascendental del trabajo en equipo, empezamos a vislumbrar lo que realmente se cuece en el universo.
Tanto por hacer. Tantas cosas que tener en cuenta. Y ésta no es siquiera educación básica —es sólo la introducción a nuestra educación básica como ciudadanos de un universo rebosante de vida y propósito.
Afortunadamente, El Libro de Urantia viene a nuestro rescate. Nos provee un modelo básico para la progresión en el universo — una técnica de progreso primaria para resolución de problemas cósmicos. Y él también revela una actitud principal de progresión. Estas dos cosas juntas te valdrán desde aquí hasta el más allá.
La técnica de progresión es muy simple, y siempre la llevas contigo dondequiera que estés. La técnica es cambiar tu mente por la mente de Jesús [44] — el Jesús de El Libro de Urantia. El Jesús que hemos llegado a conocer como portador de un carácter magníficamente equilibrado, una maravillosa simetría de vigor y compasión, una resuelta dedicación a la búsqueda y acción de la voluntad del Padre.
Al enfrentarte a decisiones, acciones, situaciones, piensa para ti mismo: ¿Qué haría Jesús? Tus respuestas honestas a esa cuestión empezarán a guiar tus acciones con gran poder espiritual. Una vez que hayas logrado esto con éxito real —una vez que experimentes realmente la mente de Jesús, aunque sea brevemente, nunca querrás volver a tus viejos hábitos.
La actitud principal de progreso es igualmente simple. Un revelador Melquisedec nos dice que las claves al reino de los cielos son: sinceridad, más sinceridad, y más sinceridad. Todos nosotros tenemos estas llaves con nosotros, y las usamos a través de decisiones, a través de más decisiones, y a través de más decisiones. [45] Con tiempo, fomentamos la concentración de un ímpetu que siempre nos transporta hacia Dios.
Mary y yo enseñábamos a nuestros hijos que Libro de Urantia no es el fin de la búsqueda, sino sólo el principio. Todo en la vida se hace más fascinante con el grato resplandor cósmico de las enseñanzas de Urantia. La primera vez que leí el libro desde el principio hasta el fin fue en 1967. Descubrí la belleza majestuosa de su escritura, el carácter insuperable de sus observaciones filosóficas, la calidad sinfónica en la manera en que la revelación se despliega. A menudo digo: Sólo me he aburrido un par de veces desde 1967.
Vivimos en un mundo peligroso, pero que está rebosante de promesas. De parte a parte del globo, y ahora, podemos sentir conmociones por el amor y belleza [46] el hambre por la verdad y rectitud surgiendo en el corazón del hombre. Permitamos cada uno de nosotros y cada día dar alimento a esos magníficos anhelos.
Nosotros, que creemos en las enseñanzas de Urantia, somos llamados voluntariamente a un nivel más elevado de conducta y acción. Somos llamados a hacer vivir los significados de lo que hemos descubierto. ¿Pero cómo?
¿Qué es lo que haría Jesús?
Dios os bendiga, mis amigos, mis hermanos y hermanas de destino, y os guarde en su amor para siempre.
Una personalidad unificada en equilibrio — la fundación para el crecimiento religioso | Journal — Marzo 2000 — Índice | Un discurso conferencial |
(A menos que se indique lo contrario, todas las referencias son de El Libro de Urantia.)
Un antigua tira cómica? No recuerdo. ↩︎
Encyclopedia of Religion and Ethics, Vol.11, p. 808 ↩︎
UB 115:7.1; UB 116:0.5; UB 117:2.1; UB 117:4.14; UB 118:2.1 ↩︎
The Vikings, by Howard La Fay, National Geographic Society, Washington, DC, 1972; and Strange Stories, Amazing Facts, Readers Digest Association, Pleasantville, NY, 1976 ↩︎
Max Lerner, columnista del New York Post, 6 junio 1961 ↩︎