Jesús cogió el rollo en la sinagoga, se puso de pie y empezó a leer en el Deuteronomio: «Pues este mandamiento que hoy te doy no es un secreto para ti, ni está lejos». [1]
Jesús dio comienzo a este sermón leyendo en la ley el pasaje que se encuentra en el Deuteronomio: «Pero sucederá que, si este pueblo no escucha la voz de Dios, las maldiciones de la transgresión le alcanzarán con seguridad». [2] El escriba del Deuteronomio había descrito la Gran Elección —entre el bien y el mal, entre la bendición y la maldición. [3]