La divinidad es comprensible para las criaturas como verdad, belleza y bondad; está correlacionada en la personalidad como amor, misericordia y ministerio; y se revela en los niveles impersonales como justicia, poder y soberanía. [1]
«Sabemos que todas las cosas trabajan unidas por el bien de aquellos que aman a Dios», «porque los ojos del Señor están sobre los justos, y sus oídos están abiertos a sus oraciones». [2]
Nuestro Padre que está en los cielos permite que el bien y el mal continúen juntos su camino hasta el final de la vida, al igual que la naturaleza permite que el trigo y la cizaña crezcan juntos hasta el momento de la siega. [3]
La idealización de la verdad, la belleza y la bondad, y el intento de servirlas, no son un sustituto de la experiencia religiosa auténtica —la realidad espiritual. [4] Debemos basar la vida en la conciencia más elevada de la verdad, la belleza y la bondad. [5]
Aunque es demasiado cierto que el bien no puede provenir del mal para aquel que proyecta y que realiza el mal, es igualmente cierto que todas las cosas. [6] Los conceptos de la verdad, la belleza y la bondad no son inherentes ni a la física ni a la química. [7]
Las maneras de comprender la verdad, la belleza y la bondad, la moral, la ética, el deber, el amor, la divinidad, el origen, la existencia, la finalidad, el destino, el tiempo, el espacio, e incluso la Deidad, sólo son relativamente exactas. [8] Hasta que no alcancemos los niveles del Paraíso, la bondad siempre será más una búsqueda que una posesión, más una meta que una experiencia lograda. [9]
El bien es la realización de los planes divinos. [10] La verdad, la belleza y la bondad representan lo máximo que los seres finitos pueden concebir por experiencia. [11] La bondad es uno de los frutos del espíritu. [12] Sócrates y sus sucesores, Platón y Aristóteles, enseñaron que la virtud es el conocimiento, que la bondad es la salud del alma. [13]
La bondad, lo mismo que la verdad, siempre es relativa y contrasta infaliblemente con el mal. La bondad es viviente, relativa, siempre en progreso; es invariablemente una experiencia personal y está perpetuamente correlacionada con el discernimiento de la verdad y de la belleza. [14] Es el esfuerzo del hombre por discernir a Dios en espíritu. [15] Es la cercanía a la divinidad. La bondad es el reconocimiento mental de los valores relativos de los diversos niveles de la perfección divina. [16]
La verdad, la belleza y la bondad engloban la revelación de la Deidad a los reinos del tiempo y del espacio. La bondad engloba el sentido de la ética, la moralidad y la religión —el hambre de perfección experiencial. [17] La bondad divina se manifiesta más plenamente en el ministerio amoroso de las múltiples personalidades del Espíritu Infinito. [18] La verdad es coherente, la belleza es atractiva y la bondad es estabilizadora. [19]
El concepto de la verdad quizás podría concebirse separado de la personalidad, el concepto de la belleza puede existir sin la personalidad, pero el concepto de la bondad divina sólo es comprensible en relación con la personalidad. [20]
En la medida en que el alma morontial evolutiva del hombre se impregna de verdad, de belleza y de bondad como realización del valor de la conciencia de Dios, el ser resultante se vuelve indestructible. [21]
Dios tiende su mano benéfica tanto al justo como al perverso. [22]
La bondad infinita del Padre se encuentra más allá de la comprensión de la mente finita del tiempo; de ahí que deba proporcionarse siempre un contraste con el mal relativo. [23]
La belleza divina la podemos ver en el universo físico, la verdad eterna podemos discernirla en el mundo intelectual, pero la bondad de Dios se encuentra solamente en el mundo espiritual de la experiencia religiosa personal. [24]
Después de todo, la prueba más grande de la bondad de Dios y la razón suprema para amarlo es el don interior del Padre —el Ajustador que espera tan pacientemente la hora en que él y vosotros seréis eternamente una sola cosa. [25] La «abundancia de la bondad de Dios conduce al hombre equivocado al arrepentimiento». [26] Nadie es bueno sino Dios. [27] La búsqueda sincera de la bondad, la belleza y la verdad conduce a Dios. [28]
Avisó de los peligros de la bondad incontrolada: la beneficencia sin distinción puede ser acusada de muchos males sociales. [29] Jesús evitaba resaltar el mal prohibiéndolo, mientras que realzaba el bien ordenando su ejecución. [30] Jesús anduvo haciendo el bien. [31]
Natanael preguntó: «Maestro, ¿no vamos a dejar ningún lugar para la justicia? La ley de Moisés dice: ‘ojo por ojo y diente por diente’. ¿Qué vamos a decir nosotros? » Y Jesús contestó: «Vosotros devolveréis el bien por el mal.». [32]
En los mundos de las mansiones proclaman la gran ley de la conservación y del predominio de la bondad: ninguna buena acción se pierde nunca por completo; puede ser frustrada durante mucho tiempo, pero nunca es totalmente anulada, y es eternamente poderosa en proporción a la divinidad de su motivación. [33] Toda bondad tiene su origen en el Padre. [34]
Puesto que la calidad de la grandeza está totalmente determinada por el contenido de bondad, de ello se deduce que, incluso en vuestro estado humano actual, si a través de la gracia podéis volveros buenos, debido a ello os estáis volviendo grandes. [35]
La verdadera bondad es como el agua, que todo lo bendice y no daña nada. Y al igual que el agua, la verdadera bondad busca los lugares inferiores, incluso aquellos niveles que evitan los demás. [36] La grandeza y la bondad no se pueden simplemente separar. [37] La bondad destruye eficazmente el mal. [38] La bondad puede derivarse del mal limitado en el tiempo. [39] La rectitud de cualquier acto debe ser medida por el móvil; las formas más elevadas del bien son por tanto inconscientes. [40]
Las preferencias y las aversiones humanas no son las que determinan el bien y el mal; los valores morales no tienen su origen en la satisfacción de los deseos o en las frustraciones emocionales. [41] Ningún acto bueno se pierde por completo. [42] Es comprensible cuando en contraste con el mal. [43] La bondad, la rectitud y la justicia están filosóficamente interrelacionados y espiritualmente unidos a la verdad viviente y a la belleza divina. [44] La bondad impone siempre el respeto, pero cuando está desprovista de agrado, a menudo repele el afecto. [45]
Véase también: LU 2:6.