Sólo una persona, no una idea, puede ejercer el poder necesario para un gobierno estatal eficaz. [1] Mantén en alto los ideales para la salvación eterna y las ideas prácticas para la ciudadanía terrenal. [2] Las ideas perfectas son atraídas irresistiblemente al circuito absoluto de la mente por el Actor Conjunto. [3] El poder de una idea reside en su viveza y universalidad de aplicación sencilla, no en la realidad o la razonabilidad. [4] Las ideas son sensaciones más interpretaciones reflexivas, que forman una identidad evolutiva activada por la unidad absoluta. [5]
Una filosofía personal de la religión se construye sobre planes teóricos de acción derivados de la experiencia interna y ambiental, los factores sociales y las influencias personales. [6]