Más allá del Supremo, los conceptos se convierten cada vez más en simples nombres; cada vez definen con menos veracidad la realidad, y se transforman cada vez más en la proyección de la comprensión finita de las criaturas hacia lo superfinito. [1]
Si la mente no puede sacar conclusiones, si no puede penetrar hasta los verdaderos orígenes, entonces dicha mente dará infaliblemente por sentadas las conclusiones y se inventará los orígenes a fin de poder tener un medio de pensamiento lógico dentro del marco de esos postulados creados por la mente. Pero los conceptos sólo son relativamente exactos. Dios es mucho, mucho más. [2]
Todos los conceptos estáticos y muertos son potencialmente malos. La sombra finita de la verdad relativa y viviente está en continuo movimiento. Los conceptos estáticos retrasan invariablemente la ciencia, la política, la sociedad y la religión. [3]
Cuando la verdad se une a los hechos, entonces el tiempo y el espacio condicionan sus significados y correlacionan sus valores. Estas realidades de la verdad, enlazadas con los hechos, se vuelven conceptos y son relegadas en consecuencia al ámbito de las realidades cósmicas relativas. [4]
La mente unifica todas las divergencias, pero en ausencia total de tales divergencias, la mente no encuentra ninguna base para intentar formular conceptos comprensibles. [5]
Los documentos de Urantia se guían por las órdenes de los gobernantes superuniversales que dan preferencia a los conceptos humanos más elevados que ya existan sobre los temas a presentar. [6]