Los antiguos creían que el alma podía abandonar el cuerpo de diversas maneras, tales como el coma. [1]
Los judíos tenían la costumbre de enterrar a sus muertos el día de su fallecimiento; era una práctica necesaria en un clima tan caluroso. A menudo sucedía que metían en la tumba a alguien que estaba simplemente en coma, de manera que al segundo, o incluso al tercer día, aquella persona salía de la tumba. [2] La hija de Jairo de Cafarnaúm, que se creyó que Jesús resucitó, en realidad estaba en coma después de una fiebre prolongada. [3] El hijo de la viuda de Naín fue otro caso de supuesta curación de Jesús en que el niño no estaba realmente muerto, sino en coma. [4]