Los ángeles hacen un uso eficaz del espíritu competitivo para promover una rivalidad sana e inspirar una calidad del servicio. [1] En las civilizaciones avanzadas, la cooperación es más eficaz que la competencia. [2]
Unas herramientas mejores, unas máquinas ingeniosas y eficaces, determinan la supervivencia de los grupos competidores en el marco de la civilización que progresa. [3] La diversificación de las razas incita a una sana competición. [4]
En la nación más continental de un planeta vecino existe una fuerte competencia, pero ya no solo en la industria sino también en los juegos, la destreza, la ciencia y las letras. [5] El tiempo y las circunstancias seleccionan al más apto para sobrevivir. [6] En las escuelas de los Príncipes Planetarios existe una sana rivalidad entre las razas de hombres para ser admitidos. [7]
Aunque la competitividad en la industria es extremadamente despilfarradora y sumamente ineficaz no se debería eliminarla si eso anula las libertades fundamentales del individuo. [8] La competencia es imprescindible para el progreso social, pero la competencia no regulada engendra violencia. [9] La presión de la competitividad siempre arrastra al hombre hacia el nivel de la bestia; la pobreza es su estado natural y tiránico. [10] La competencia implacable, basada en el egoísmo de miras estrechas, termina finalmente por destruir aquellas mismas cosas que pretendía conservar. [11]