La crucifixión no era una forma de castigo judío. Incluso Herodes, con toda su crueldad, no recurría a la crucifixión. Los romanos nunca crucificaban a un ciudadano romano; sólo sometían a este tipo de muerte deshonrosa a los esclavos y a los pueblos sometidos. [1] Se recurría a la crucifixión para infligir un castigo cruel y prolongado, pues la víctima a veces tardaba varios días en morir. [2] La ley prohibía estrictamente que se mostraran sentimientos amistosos por alguien que iba a ser crucificado. [3] Una persona crucificada no podía ser enterrada en un cementerio judío. [4]
Véase también: LU 187.