Sobre la herencia biológica, véase el enlace a eugenesia. Sobre la herencia de los impuestos, véase el enlace a tributación.
Jesús instó al hombre rico a compartir su herencia con su hermano, haciendo hincapié en el valor espiritual de la riqueza por encima de las posesiones materiales. [1] A los padres les gusta dejar herencias a sus hijos, asegurando así la continuidad de la familia a lo largo de las generaciones. [2]
El consejo de Jesús al hombre rico: como administrador de la riqueza heredada, considere sus fuentes, distribuya las porciones deshonestas con justicia y generosidad, y utilice el resto sabiamente para el beneficio de las generaciones sucesivas. [3]
Como administrador de la riqueza heredada, usted tiene la obligación moral de transmitir la riqueza legítima a las generaciones sucesivas, al tiempo que garantiza la equidad y la justicia en la distribución de los recursos. [4]
En los tiempos primitivos, los primitivos consideraban que la herencia se heredaba por línea femenina debido a la creencia en la sangre como creadora del niño. [5] El hijo pródigo desperdició su herencia viviendo desenfrenadamente, sólo para encontrarse en necesidad y alimentando cerdos en una tierra lejana. [6]