Jesús advirtió sobre los peligros del coraje y la fe, previniendo contra la imprudencia y la presunción, al tiempo que abogaba por un equilibrio de prudencia, discreción, originalidad, simpatía, piedad y reverencia desprovistas de temor y superstición. [1]
La presunción en cuanto al amor del Padre conduce a prácticas autodestructivas y pecaminosas, pues Dios no es un padre negligente o indulgente que condone la imprudencia. [2] La fe de Jesús, totalmente libre de presunción, guió cada decisión que tomó en su vida. [3] La presunción de Pedro le causó problemas a él y a sus amigos, pero con guía y experiencia, aprendió a pensar antes de hablar. [4] Su coraje nació de la fe, no de la imprudencia de la presunción ciega. [5]