El discurso sobre Job enseñó a Juan el verdadero significado del sufrimiento y la naturaleza divina de la compasión. [1]
El sufrimiento de Job condujo a su salvación mediante una visión de Dios, demostrando que el sufrimiento humano no siempre es un castigo por el pecado. [2] El anhelo de Job por un Dios humano reflejaba su deseo de un ser divino que pudiera comprender y consolar a quienes sufren injustamente. [3]
Los judíos lucharon con el concepto egipcio de recompensas divinas por la rectitud, lo que llevó a la protesta en el drama de Job y a la reacción mundanamente sabia en Eclesiastés debido a la presión y coerción devastadoras de la historia secular. [4]
Los Salmos encontrados en piedra en Babilonia eran de los descendientes de los misioneros de Salem que escribieron Job, lo que refleja las enseñanzas de la escuela de Salem en Kish. [5]
El Libro de Job, escrito hace más de 300 años por maestros religiosos mesopotámicos, presenta una imagen variada de la Deidad que preserva la idea de un Dios real del vecindario de Ur de Caldea en los días oscuros de Palestina. [6]