Toda la materia se forma de manera parecida: átomos con un núcleo y electrones. [1] Cada átomo tiene un diámetro ligeramente superior a 1/4.000.000 de milímetro. [2]
El átomo está formado como si fuera un sistema solar. Alrededor de este centro energético giran en una profusión sin fin, pero en circuitos fluctuantes, las unidades de energía ligeramente comparables a los planetas que rodean a un sol. [3] Cuando los electrones pasan desde los niveles energéticos superiores de revolución orbital a los niveles inferiores, siempre se emiten cuantos. [4]
El calcio pierde fácilmente su electrón más exterior y mueve el anterior miles de veces entre su órbita y la del electrón perdido. Con estos malabarismos con los electrones el átomo es capaz de desafiar parcialmente la gravedad y salir despedido con las emanaciones de luz solar. [5]
El espacio no está vacío; las esferas de todo el espacio giran y se sumergen en un inmenso océano de energía-fuerza desplegada; el contenido espacial de un átomo tampoco está vacío. [6]
Una gota de agua común contiene más de mil trillones de átomos. Es la energía de más de cien caballos de vapor ejercida de manera continua durante dos años. [7]
Los átomos y los electrones están sometidos a la gravedad. [8] La gravedad es uno de los diversos factores que se ocupan de mantener unido un minúsculo átomo. [9]
Aunque la gravedad es uno de los diversos factores que se ocupan de mantener unido un minúsculo sistema atómico de energía, también está presente, dentro y entre estas unidades físicas básicas, una energía poderosa y desconocida, el secreto de su constitución básica y de su comportamiento fundamental, una fuerza que aún no se ha descubierto en Urantia. [10]
Los protones cargados y los neutrones no cargados del núcleo del átomo se mantienen unidos gracias al funcionamiento alternativo del mesotrón, una partícula de materia 180 veces más pesada que el electrón. [11] La estabilidad del átomo depende del número de neutrones inactivos. [12]
En Orvonton nunca ha sido posible reunir de forma natural más de cien electrones orbitales en un átomo. Con más de cien se produce la desorganización instantánea. [13]
La aniquilación del átomo es la principal fuente de energía solar. [14] Los átomos se rompen a la temperatura de 19.400.000 grados centígrados, el punto de ebullición electrónica. [15]
Todos los fenómenos de formación y de disolución atómica van seguidos de la aparición de una oleada torrencial de rayos espaciales cortos de energía radiante. [16] Los rayos gamma caracterizan la disociación espontánea de los átomos. [17]
Los átomos son similares a las personas en cuanto a su previsibilidad. Los estadísticos pueden anunciar las leyes que gobiernan a un gran número de átomos o de personas, pero éstas no sirven para un solo átomo o una sola persona. [18]
Los primeros veintisiete átomos, aquellos que contienen de uno a veintisiete electrones orbitales, son más fáciles de comprender que los demás. Del veintiocho en adelante nos encontramos cada vez más con la imprevisibilidad de la supuesta presencia del Absoluto Incalificado. [19]
Después de que se realicen grandes progresos y descubrimientos adicionales, después de que hayamos avanzado inconmensurablemente en comparación con el conocimiento actual, aunque consigamos controlar las rotaciones energéticas de las unidades eléctricas de la materia hasta el punto de modificar sus manifestaciones físicas —incluso después de todos estos posibles progresos, los científicos serán siempre incapaces de crear un solo átomo de materia, o de producir un destello de energía, o de añadir nunca a la materia aquello que se llama vida. [20]