Las palabras de Jesús a un criminal de Corinto condenado a muerte fueron: «Tus semejantes te han encontrado culpable; han decidido que debes morir, pero existe un Juez a quien puedes apelar para ser perdonado, y que te juzgará por tus verdaderos móviles y tus mejores intenciones. No debes temer hacer frente al juicio de Dios, si tu arrepentimiento es auténtico y tu fe sincera». [1]
Recientemente han llegado a intentar prevenir el crimen condenando al trabajo de por vida, en las colonias de detención, a aquellos que se cree que podrían ser asesinos potenciales y criminales importantes. [2] Los criminales corrientes y los anormales son colocados por sexos en las diferentes colonias agrícolas autosuficientes. [3] Los criminales empedernidos más peligrosos y los locos incurables son condenados por los tribunales a morir en las cámaras de gas letal. [4]