El hombre primitivo era caníbal. Disfrutaba con la carne humana, y por eso la ofrecía como ofrenda alimenticia a los espíritus y a sus dioses primitivos. [1]
La combinación de una dieta de trigo, arroz y legumbres con la carne de los rebaños marcó un gran paso hacia adelante en la salud y el vigor de estos pueblos antiguos. [2] La acumulación de la comida desarrolló el autocontrol y creó los primeros problemas del capital y del trabajo. [3] El hambre y el deseo sexual fueron las dos grandes influencias que contribuyeron a que los seres humanos se asociaran pronto. [4] En época primitiva, las filas de caminantes hambrientos que atravesaban una región rebuscando alimentos medían 15 kilómetros de longitud. [5] La comida se conservó mediante la cocción, la desecación y el ahumado, convirtiéndose así en la primera forma de propiedad. [6]
Los misioneros de Onagar fueron los primeros seres humanos que asaron la carne, los primeros que utilizaron el fuego con regularidad para preparar la comida. [7] El personal del Príncipe enseñó la preservación de la comida. [8]
El hombre primitivo fue principalmente carnívoro; los adamitas no comen carne, pero al cabo de algunas generaciones su progenie tiende generalmente hacia el nivel omnívoro, aunque a veces grupos enteros de sus descendientes siguen sin comer carne. [9] El consumo de carne se introdujo pronto en el segundo jardín, pero Adán y Eva nunca comieron carne como parte de su dieta habitual. [10]
Jesús instruyó a los evangelistas a comer y beber lo que les ofrecieran. [11] Los palestinos de tiempos de Jesús comían dos comidas al día, y en algún descanso un refrigerio. [12]
El bienestar del alma vale más que la comida y la bebida; el progreso en el espíritu está muy por encima de la necesidad de ropa. El padre proporciona comida para todo aquel que busca. [13] El verdadero alimento de Jesús era hacer la voluntad de Dios y realizar su obra. [14]
En nuestro ministerio viviente y amante, debemos servir el alimento espiritual de una manera atractiva y adaptada a la capacidad de recepción de cada uno de los que nos pregunten. [15]