En la soledad o con los semejantes de mi especie, encuentro consuelo en la referencia del Salmo 23. [1] Incluso en la soledad, sabed que el Padre está siempre con nosotros, trayendo paz y alegría eterna. [2]
La humanidad de Jesús permaneció en sintonía con el profundo peso de la soledad, la vergüenza y el fracaso percibido, sacando fuerza de los recuerdos de su ministerio terrenal en Nazaret, Capernaúm, el Monte Hermón y el Mar de Galilea. [3] Ningún mortal que conozca a Dios puede estar solo, porque el Padre camina a su lado a través del cosmos, y el viaje en sí es la presencia del Supremo. [4]
Los Creadores saben bien que los mortales provienen de razas sociales y que no es bueno que el hombre esté solo, se ha previsto la compañía en el Paraíso. [5]
La religión cura la soledad espiritual al otorgar a los creyentes la libertad de ser hijos de Dios y ciudadanos de un universo lleno de significado, alineándolos con el plan del Infinito y el propósito del Eterno. [6]
Ascender en el universo requiere dominar el arte del trabajo en equipo, pues cuanto más alto ascendemos, más solos nos sentimos sin nuestros semejantes que fomentan y promueven la colaboración entre todos los seres de Orvontón. [7]