Las antiguas ceremonias de pubertad enseñaban a los niños a evitar el adulterio. [1]
El adulterio se consideraba como una forma de robo, una violación de los derechos de propiedad del marido. La razón de mantener a la esposa en una consideración sexual más estricta que al marido se debía a que su infidelidad conyugal implicaba una descendencia y una herencia. [2] Muchas leyes antiguas expresaron mandamientos en contra del adulterio. [3] Existía una prueba de infidelidad en el Antiguo Testamento que obligaba a las mujeres a beber un brebaje. [4] Las esposas primitivas se enorgullecían de las aventuras de los maridos con otras mujeres. [5]
Los primitivos creían que los nacimientos múltiples eran causados por la magia o la infidelidad, con lo que se solía matar a uno de los gemelos tras el parto. [6] Se creía que una mujer que moría en el parto, sobre todo de gemelos, era por ser culpable de adulterio. [7]
En el evangelio de Juan se relata el suceso sobre una mujer sorprendida en adulterio que fue llevada ante Jesús por los escribas y fariseos. Los estudiosos discuten si este pasajo ocurrió en realidad y El Libro de Urantia establece que efectivamente ocurrió así, y detalla el nombre de la adúltera, Hildana. [8]