La aceptación del evangelio de Jesús tendrá como resultado una mejora inmediata de la vida familiar. [1] Los creyentes deben amar el evangelio más que a la madre, el padre, la esposa, el esposo, los hijos o los hermanos. [2]
Cuando se presentan las dificultades reales, no se puede contar con el apoyo de aquellos que sólo conocen el evangelio en su mente, y no lo han experimentado en su corazón. [3] El evangelio del reino pertenece a todos los que crean en él; no será confiado al cuidado exclusivo de los sacerdotes. [4] La gente común escucha con gusto el evangelio. [5] No debemos intentar adaptar el nuevo evangelio de Jesús en las viejas formas de creencia religiosa. [6]
La antigua religión estaba motivada por la conciencia del miedo; el nuevo evangelio del reino está dominado por la convicción de la verdad, el espíritu de la verdad eterna y universal. [7] La evidencia de la creencia en el evangelio se muestra el amor de unos a otros. [8]
El evangelio libera a los hombres de las pesadas tradiciones de una religión formalista de ceremonias, que los antiguos educadores están decididos a mantener a toda costa. [9] El que niega a sabiendas la verdad el evangelio delante de los hombres será negado por los ángeles del cielo. [10] El evangelio fue ocultado a los sabios y a los presuntuosos. [11] Es contagioso en su poder transformador. [12] Jesús habita dentro de todos los que creen en su evangelio. [13] La lealtad al evangelio dependen de una educación temprano en el hogar. [14]
El evangelio del reino es una verdad viviente. De generación en generación, el evangelio debe mostrar una vitalidad creciente y demostrar una mayor profundidad de poder espiritual. [15]
Jesús aclaró que sus enseñanzas se aplicaban al individuo, no al Estado. Todos comprendieron mucho mejor que el evangelio del reino es un mensaje destinado al individuo, no a la nación. [16] La buena nueva del evangelio es que por medio de la fe, cada mortal puede poseer todas las cosas esenciales para la salvación. [17]
El evangelio de la buena nueva de que el hombre mortal puede, por la fe, volverse espiritualmente consciente de que es hijo de Dios, no depende de la muerte de Jesús. [18]
Las fases superiores y más espirituales del nuevo evangelio del reino son la filiación divina, la libertad espiritual y la salvación eterna. [24] La oración es algo natural para los hijos de la luz, pero el ayuno no forma parte del evangelio del reino de los cielos. [25]
El evangelio de Jesús consiste en la Paternidad de Dios y la filiación de todos los hombres, con la fraternidad consiguiente, que se lleva a cabo personalmente mediante el ministerio amoroso y el servicio social. [26] El evangelio está fundado en el hecho de la vida reveladora de Dios de Jesús. [27] Cuando prediquemos el evangelio del reino, estaremos enseñando simplemente la amistad con Dios. [28] Sólo hay un evangelio del reino: la buena nueva del don de la vida eterna que los hombres reciben por la fe. [29]
Este es el evangelio: «He aquí el reino de los cielos —Dios es vuestro Padre y vosotros sois sus hijos, y si creéis de todo corazón, esta buena nueva es vuestra salvación eterna». [30] El evangelio debe reflejar más las enseñanzas de Jesús que su personalidad. [31]
Jesús declaró que la aceptación del evangelio liberaría a los hombres de la esclavitud milenaria al miedo animal, y al mismo tiempo enriquecería la vida humana con los dones de la nueva vida de libertad espiritual. [32] El evangelio del reino se ocupa del amor del Padre y del servicio a sus hijos en la Tierra. [33]
El evangelio de la buena nueva de que el hombre mortal puede, por la fe, volverse espiritualmente consciente de que es hijo de Dios, no depende de la muerte o la resurrección de Jesús. [34] El evangelio es una revelación de la bondad de Dios. [35]
Jesús hizo mucho hincapié en lo que él llamaba las dos verdades de primera importancia en las enseñanzas del reino, que son las siguientes: conseguir la salvación por medio de la fe, y de la fe solamente, asociada con la enseñanza revolucionaria de conseguir la libertad humana mediante el reconocimiento sincero de la verdad. [36]
El evangelio deberá ser: «Buscad primero el reino de Dios y su rectitud, y cuando los hayáis encontrado, todas las demás cosas esenciales para la supervivencia eterna estarán aseguradas por añadidura». [37]
El llamado «Sermón de la Montaña» no es el evangelio de Jesús. Era el encargo personal del Maestro a los que iban a continuar predicando el evangelio y que aspiraban a representarlo en el mundo. [38]
El evangelio de Jesús, tal como lo predicó y lo vivió en su día, fue una solución eficaz para las dificultades espirituales del hombre en la época en que fue expuesto. [39] La verdad, la belleza, la bondad, el amor y la adoración adquieren significado bajo la forma de la hermandad con los hombres y la filiación con Dios. [40] Los esfuerzos intelectuales pueden revelar los hechos de la vida, pero el evangelio del reino descubre las verdades de la existencia. [41]
Jesús mantuvo varios grupos de mensajeros del evangelio: sus apóstoles, sus discípulos, los setenta evangelistas y el cuerpo de mensajeros de David Zebedeo.
Si el evangelio de Jesús hubiera sido legado tal como él lo presentó, sin más comentario que la interpretación inspiradora proporcionada por su vida terrestre, todas las naciones y todas las religiones del mundo hubieran abrazado rápidamente este evangelio del reino. [42]
Ahora que disfrutamos de las ventajas del arte de la imprenta, no podemos comprender muy bien lo difícil que era perpetuar la verdad durante los tiempos antiguos, y lo fácil que resultaba perder de vista una nueva doctrina de una generación a la siguiente. [43]
A medida que el evangelio de este reino se divulgue por el mundo con su mensaje de felicidad y de buena voluntad para todos los hombres, nacerán unas relaciones mejores y superiores entre las familias de todas las naciones. [44]
Los Melquisedek proclamaron un evangelio de resurrección y rehabilitación a Adán y Eva, y ellos creyeron plenamente. [45]
Al proclamar el evangelio no debemos cometer el error de limitarnos a condenar las equivocaciones que veamos en la vida de nuestros alumnos; también debemos reconocer generosamente las cosas más dignas de elogio que veamos en sus vidas. [46]
Toda Urantia está esperando la proclamación del mensaje ennoblecedor de Miguel, sin las trabas de las doctrinas y los dogmas acumulados durante diecinueve siglos de contacto con las religiones de origen evolutivo. Ha llegado la hora de presentar al budismo, al cristianismo, al hinduismo, e incluso a los pueblos de todas las religiones, no el evangelio acerca de Jesús, sino la realidad viviente y espiritual del evangelio de Jesús. [47] Debemos permitir que cada instructor apostólico enseñen sus propios puntos de vista sobre el evangelio. [48]
Hay que respetar siempre la personalidad del hombre. No se deben emplear los argumentos abrumadores ni la superioridad mental para coaccionar a los hombres y a las mujeres para que entren en el reino. [49]
Los que enseñen el evangelio de Jesús deberían acercarse a las otras religiones reconociendo las verdades que tienen en común, muchas de las cuales provienen directa o indirectamente del mensaje de Jesús, absteniéndose al mismo tiempo de recalcar demasiado las diferencias. [50]
No debemos apelar al miedo, la mente, la histeria religiosa, la emoción, la piedad o el sentimiento. [51]
Es una locura crear situaciones artificiales con el propósito de mostrar una autoridad arbitraria, o de permitirse un poder excepcional, para realzar los valores morales o acelerar el progreso espiritual. [52] No se deben atacar las viejas costumbres ni reformar las costumbres; en su lugar se debería agregar una nueva verdad. [53] Jesús prohibió a los apóstoles que se enredaran en la política. [54]
Jesus nunca recurrió a tácticas indignas para enfrentar las mentiras e injusticias de sus enemigos. Debemos evitar del mismo modo la falta de honradez y la injusticia en todos nuestros esfuerzos por predicar la verdad y proclamar el evangelio. [55] Hay que evitar los detalles que distraen, el lenguaje florido y las simples imágenes poéticas de los juegos de palabras. [56] No debemos permitir que nada desvíe nuestra consagración al deber de proclamar el evangelio. [57]
Hay que evitar la simpatía falsa; la autocompasión; la simple comunión en la desdicha; ofrecer un exceso de compasión a los cobardes y los que se rinden. [58] No debemos cometer el error de identificar el evangelio con una raza, una cultura, o un sistema político particular. [59] No debemos permitirnos el sarcasmo o el cinismo a expensas de nuestros hermanos ingenuos. [60] No tenemos que usar argumentos, apelaciones o milagros abrumadores. [61] Una causa justa nunca se debe promover por la fuerza; las victorias espirituales sólo se pueden ganar por medio del poder espiritual. [62]
Los cristianos cometen un gran error cuando, después de presentar a Cristo como el guía espiritual ideal y supremo, se atreven a exigir a los hombres y a las mujeres conscientes de Dios que rechacen el liderazgo histórico de los hombres que conocían a Dios y que han contribuido a iluminar a su nación o a su raza particular durante las épocas pasadas. [63] Debemos esforzarnos por vivir en paz con todos los hombres. [64] Nunca se debe subordinar el evangelio al ministerio de los enfermos y los afligidos. [65] No se deben sustituir la proclamación del evangelio de la verdad eterna por la realización de prodigios y la curación de los enfermos. [66]
No emplearemos la fuerza física de los gobiernos terrestres, cuyos jefes puedan volverse creyentes, en la tarea de promover la misión del reino espiritual. [67]
Debemos ser dulces en nuestras relaciones con los mortales equivocados, pacientes en nuestro trato con los ignorantes, e indulgentes cuando nos provoquen; pero también debemos ser valientes en la defensa de la rectitud, poderosos en la promulgación de la verdad y dinámicos en la predicación del evangelio del reino, incluso hasta los confines de la Tierra. [68] Debemos ser audaces y enfáticos. [69] Debemos ser más amables y menos estrictos en las exigencias sociales colaterales. [70]
Jesús tenía la misma habilidad para enseñar haciendo preguntas como contestándolas. Por regla general, a quienes más enseñaba es a quienes menos decía. [71] No se puede revelar a Dios a los que no lo buscan; no se puede conducir a las alegrías de la salvación a un alma que no lo desea. [72]
La certidumbre de la persona religiosa que conoce a Dios no debería alterarse por la incertidumbre de los materialistas incrédulos; la fe profunda y la certeza inquebrantable del creyente experiencial son más bien las que deberían constituir un poderoso desafío para la incertidumbre del no creyente. [73]
Sólo hay que entrar en conflicto con los dirigentes establecidos cuando se opongan directamente a la predicación del evangelio del reino a los hijos de los hombres. [74] Existen recompensas aplazadas inherentes al servicio por la verdad. [75]
Los que conocen las realidades del espíritu tienen el deber de revelar estas cosas a los que disciernen solamente las manifestaciones del mundo material. [76]
Por muy fiel y eficazmente que ejecutemos nuestra misión divina, nuestra enseñanza del evangelio del reino estará acompañada de diferentes grados de éxito. [77] Debemos emplear analogías, historias reales para ilustrar una verdad central, no fábulas o alegorías. [78] El grado en que necesitamos ganarnos a la gente revela nuestra falta de una vida recta. [79] No debemos temer a los que pueden matar el cuerpo, pero no son capaces de destruir el alma. [80]
Primero predica el evangelio, y cuando consigas tener a un hombre con seguridad dentro del reino, entonces si pregunta, impártele la enseñanza avanzada. [81] Hemos recibido gratuitamente; por eso deberíamos dar gratuitamente la verdad del cielo. [82] Hay que ir a todo el mundo, a cada hombre, mujer y niño. [83] En Edrei, Jesús impartió una instrucción de los principios que deberían guiar a maestros y creyentes del evangelio del reino. [84] Tenemos que vivir nuestra vida de modo que lleven a otros a querer investigar sobre el evangelio. [85] Cuando salgamos al mundo para proclamar el evangelio, debemos encargarnos de nuestro sostén como nos parezca más conveniente. [86]
Nunca es posible hacer progresar la moralidad por medio de la ley o de la fuerza. Es un asunto personal y de libre albedrío, y ha de propagarse por contagio mediante el contacto entre las personas con fragancia moral. [87]
Ya no tenemos que preocuparnos por las órdenes de abstenernos de esto o tener cuidado con aquello, sino que todos nos ocuparemos más bien de un solo deber supremo. [88]
Como precio para entrar en el reino de los cielos, el Padre no nos exige que nos forcemos a creer en cosas que son espiritualmente repugnantes, impías y falsas. [89] La única ley a obedecer es el mandato de predicar el evangelio. [90]
La continua predicación del evangelio del reino traerá algún día, a todas las naciones, una liberación nueva e increíble, la independencia intelectual y la libertad religiosa. [91]
Aquellos que conocen a Dios han experimentado el hecho de su presencia; estos mortales que conocen a Dios poseen, en su experiencia personal, la única prueba positiva de la existencia del Dios viviente que un ser humano pueda ofrecer a otro. [92] Debemos predicar el evangelio sin temor ni favor; debemos recordar siempre que Dios no hace acepción de personas. [93] Hay que proclamar el reino no solo con palabras sino con nuestra propia vida. [94] Debemos proclamar la verdad total de la buena nueva, y no solamente una parte del evangelio salvador. [95]
Recurrir a los sentimientos humanos es transitorio y totalmente decepcionante; apelar exclusivamente al intelecto del hombre es igualmente vacío y estéril; sólo dirigiendo nuestro llamamiento al espíritu que vive dentro de la mente humana, podemos esperar conseguir un éxito duradero y efectuar esas maravillosas transformaciones del carácter humano que pronto se manifiestan mediante la producción abundante de los auténticos frutos del espíritu. El reino de los cielos es una fraternidad espiritual de los hijos de Dios nacidos del espíritu, y sólo se puede promulgar por el poder del espíritu. [96]
Cuando Jesús confortaba a las mentes hambrientas y ayudaba a las almas sedientas, los que recibían su misericordia no tenían el sentimiento de estar confesándose con él, sino más bien de estar conversando con él. [97] Una hora de enseñanza no es suficiente para cambiar por completo las creencias de toda una vida, y por eso es necesario reiterar el mensaje. [98]
El espíritu de la religión es eterno, pero la forma de expresarlo debe ser expuesta de nuevo cada vez que se revise el diccionario de la lengua humana. [99]
Para ganar almas para el Maestro, no es la primera legua recorrida por coacción, deber o convencionalismo la que transformará al hombre y a su mundo, sino que es más bien la segunda legua de servicio libre y de devoción amante de la libertad la que revela que el discípulo de Jesús ha alargado la mano para coger a su hermano con amor y llevarlo, bajo la guía espiritual, hacia la meta superior y divina de la existencia mortal. Ahora mismo, el cristianismo recorre con gusto la primera legua. [100] Hay que mostrar la misma diligencia en ganar almas que cuando se obtienen ganancias para uno mismo. [101] El Espíritu de la Verdad proporcina un poderoso impulso a salir y proclamar públicamente el evangelio del reino. [102] No describamos nuestras experiencias espirituales para convencer a los incrédulos, sino para la edificación y la satisfacción mutua de los creyentes. [103]
No debemos prohibir a los predicadores extraños el que enseñen el evangelio. No podemos esperar que todos los que creen en el evangelio se sometan a nuestra dirección. [104]
En el momento de enseñar siempre debemos hacer una diferencia para adaptar nuestra presentación de la verdad a la mente y al corazón de los que nos escuchan. [105] Los que dan vida a la proclamación del evangelio vivirán por el evangelio. [106] La proclamación del evangelio puede suponer un futuro incierto y problemático. [107] Debemos estimular el apetito de nuestros asociados por la verdad y ofrecer nuestro consejo sólo cuando nos lo pidan. [108]
Véase también: LU 170:4.8-13.