La experiencia religiosa produce infaliblemente los «frutos del espíritu» en la vida diaria del mortal dirigido por el espíritu. [1]
La prueba convincente de esta certeza espiritual consiste en los frutos sociales del espíritu que estos creyentes, las personas con fe, producen como resultado de esta experiencia espiritual auténtica. [2] El Padre sólo nos pide que produzcamos muchos frutos. [3] La voluntad de Dios se hace cada vez más discernible en los frutos del espíritu producidos en la vida de los hijos de Dios guiados por el espíritu. [4] Tendremos que producir los frutos del espíritu del Padre si queremos continuar ascendiendo en la vida progresiva de la comunidad divina. [5]
Los frutos del espíritu son la esencia del tipo más elevado de autocontrol agradable y ennoblecedor, e incluso lo máximo que un mortal terrestre puede alcanzar —el verdadero dominio de sí mismo. [6] Los frutos del espíritu son las reacciones de vida de un mortal guiado por el espíritu. [7] Los frutos del espíritu son simplemente los rasgos que Jesús manifestó en su propia vida terrenal. [8] Los frutos del espíritu son la sustancia del Supremo tal como éste es comprensible en la experiencia humana. [9]
La producción continua de los frutos espirituales consiste en ofrecer a nuestros semejantes la ayuda que hemos recibido de nuestros benefactores espirituales. [10]
Paz intelectual, progreso social, satisfacción moral, alegría espiritual y sabiduría cósmica. [11] El amor, la alegría, la paz, la paciencia, la amabilidad, la bondad, la fe, la mansedumbre y la templanza. [12]
Servicio amoroso, consagración desinteresada, lealtad valiente, equidad sincera, honradez iluminada, esperanza imperecedera, confianza fiel, ministerio misericordioso, bondad inagotable, tolerancia indulgente y paz duradera. [13]