Los apóstoles ganaron almas entre los gentiles de Fenicia, muy animados por la cálida recepción que éstos tuvieron de las enseñanzas de Jesús. [1] Beth-Marion, una mujer fenicia, se volvió tan fanática que casi se ahogó al tratar de caminar sobre el agua y sus amigos la echaron de allí. [2] Los fenicios creían que las serpientes eran portavoces de los espíritus malignos, lo que llevó a la reverencia de los reptiles en varias culturas. [3]
Los fenicios emplearon la crucifixión como castigo, un método que más tarde adoptaron los griegos y los romanos, pero que no se usó con los ciudadanos romanos. [4] La decimoctava aparición de Jesús a los creyentes de Tiro trajo un mensaje de salvación y el requisito de dar los frutos del espíritu divino. [5]
Se sabe que los fenicios ofrecían a sus primogénitos como sacrificio, una práctica arraigada en la antigua tradición de dedicar los primeros frutos a los espíritus. [6]
Los influyentes judíos, babilonios, fenicios y cartagineses formaban parte de una raza semítica más antigua, estratégicamente situada para el comercio. [7]
Los fenicios eran un grupo superior y bien organizado de semitas mixtos, que combinaban factores hereditarios de casi todas las razas del mundo, y que gobernaban la sección occidental de Palestina. [8] Los fenicios consideraban sagrados a los cerdos, mientras que los hindúes veneraban a las vacas. [9]
Véase también: LU 133:6.2.