Los divorcios y otros males del mundo ocurren por causa de ausencia de ideales de los líderes de las naciones. [1]
Mientras la sociedad no logre educar convenientemente a los niños y a los jóvenes, mientras el orden social no consiga proporcionar una formación prematrimonial adecuada, y mientras el idealismo de una juventud sin sabiduría ni madurez sea el árbitro para entrar en el matrimonio, el divorcio continuará predominando y será la única válvula de seguridad que prevendrá situaciones aún peores. [2]
El divorcio fácil, cuando es el resultado de una falta de autocontrol o de un fallo de adaptación normal de la personalidad, sólo conduce a las etapas sociales burdas. [3]
Cuando las parejas modernas se casan con la idea, en el fondo de su mente, de divorciarse cómodamente si su vida conyugal no les satisface plenamente, contraen en realidad una forma de matrimonio a prueba, que además es muy inferior al de las honradas aventuras de sus antepasados menos civilizados. [4] La mayor libertad personal de la mujer y a su independencia económica creciente complica aún más la situación actual sobre el divorcio. [5] El hecho mismo de que el matrimonio pueda disolverse indica que la Deidad no es una parte conjunta de estas uniones. [6]
En la nación continental más desarrollada de un planeta vecino el matrimonio sólo es legal después de los 20 años y de pasar una instrucción en las escuelas de padres. [7] La educación prematrimonial reduciría el número de casos de divorcio. [8]
La introducción de la compra y de la dote de las esposas contribuyó mucho a reducir las separaciones, mediante la imposición de una multa sobre la propiedad por el fracaso del matrimonio. [9] Las interpretaciones farisaicas sobre el divorcio representaban una vergonzosa laxitud respecto de las mejores leyes matrimoniales del código judío. [10] La mujer a la que querían apedrear y que Jesús salvó, llamada Hildana, abandonó a su malvado esposo y se unió a los discípulos. [11]
Aunque Jesús se negó a hacer declaraciones sobre el matrimonio y el divorcio, censuró muy severamente estas burlas vergonzosas de la relación matrimonial, y señaló su injusticia para con las mujeres y los niños. Nunca aprobó una práctica de divorcio que proporcionara al hombre alguna ventaja sobre la mujer;. [12]
Jesús e negó repetidas veces a establecer leyes sobre el matrimonio y el divorcio, pero muchos de los primeros seguidores de Jesús tenían opiniones arraigadas sobre el divorcio, y no dudaron en atribuírselas a él. [13] Jesús enseñó que sobre la cuestión del divorcio aunque Moisés lo consideraba favorablemente, no era así en los tiempos de Adán ni en el Jardín. [14]
Véase también: LU 83:7.