Los funerales tuvieron su origen en el esfuerzo del hombre por inducir al alma fantasmal a partir hacia su futuro hogar, y el sermón fúnebre estuvo en un principio destinado a instruir al nuevo fantasma sobre la manera de llegar hasta allí. [1]
Cuando un rico moría, por miedo a que confiscaran sus propiedades, los funerales se retrasaban hasta que la familia donaba una gran suma para el bienestar público o al rey, un impuesto sobre la herencia. [2] Los egipcios creían que la preservación del cuerpo facilitaba la travesía de la vida futura. [3]
Sólo se prometía la resurrección a los reyes y a los ricos; por esta razón, embalsamaban y conservaban tan cuidadosamente sus cuerpos en las tumbas para el día del juicio. [4]
Casi todos los grupos tenían ideas diferentes sobre el destino del alma fantasma. Los chinos y los egipcios creyeron en otro tiempo que el alma y el cuerpo permanecían juntos. Esto condujo a los egipcios a construir cuidadosamente las tumbas y a esforzarse por preservar los cuerpos. Incluso los pueblos modernos tratan de detener la descomposición de los muertos. [5]
El despilfarro en los funerales antiguos era enorme. Se supone que los hombres modernos no temen a los fantasmas, pero las costumbres son poderosas, y todavía se consumen muchas riquezas terrestres en ritos fúnebres y ceremonias mortuorias. [6] La religión ha empobrecido indebidamente la vida a cambio de un supuesto enriquecimiento de la muerte. [7]
En los mundos establecidos en la luz y la vida, los «funerales» son ocasiones en que se experimenta una alegría suprema, una satisfacción profunda y una esperanza inexpresable. [8]