Los hebreos fueron la primera tribu que dio un valor supremo a la industria; fueron el primer pueblo que decretó que «el que no trabaje no comerá». [1] Los judíos creían que dar limosnas era algo meritorio. [2] Los fariseos ricos eran adictos a dar limosnas, y no evitaban la publicidad relacionada con su filantropía. [3]
Jesús enseñó a los apóstoles para que no se dejaran engañar por los parásitos sociales o los mendigos profesionales. [4] Una oración que Jesús enseñó a los apóstoles decía que nuestra caridad envolver a los débiles con caridad. [5]
Pero Jesús decía que la caridad debe ser anónima. Jesús insistía siempre en que la verdadera bondad debe ser inconsciente, que al hacer caridad no hay que dejar que la mano izquierda se entere de lo que hace la derech. [6] Dar lismona es un deber menor, pero no deberíamos dejar sin hacer otras exigencias más importantes. [7] Dijo Jesús: El contentamiento es la mayor de las riquezas. Lo que se da con prudencia está bien economizado. [8]
El ministerio de la misericordia es siempre un trabajo individual, pero el castigo de la justicia es una función de los grupos administrativos de la sociedad, del gobierno o del universo. [9]
En los tiempos modernos, los imprevisores cuentan con el Estado, con los contribuyentes ahorrativos, para que cuiden de ellos. Los que no tienen ningún capital esperan todavía que los que lo tienen les den de comer. [10]
Jesús no enseñó ni apoyó la imprevisión, la ociosidad, la indiferencia en satisfacer las necesidades materiales de nuestra familia, o la dependencia de las limosnas. [11]
Jesús tuvo una charla con un senador romano sobre sustituir la idea de un gobierno que mantiene y alimenta al pueblo, por la de un pueblo que mantenga al gobierno. [12] La caridad privada misma se vuelve perniciosa cuando se concede mucho tiempo a unos ciudadanos sanos. [13]
La pobreza y la dependencia nunca se podrán eliminar si se apoyan abundantemente los linajes defectuosos y degenerados, y se les permite que se reproduzcan sin restricción. [14] En otro planeta vecino están reemplazando la caridad destructora de la autoestima por unas pensiones dignas. [15]
Los pueblos modernos se deleitan distribuyendo pródigamente los regalos de Navidad, mientras que los hombres ricos hacen donaciones a las grandes instituciones filantrópicas y educativas para sentirse distinguidos y grandes hombres. [16]