El alma que conoce a Dios se atreve a decir «yo sé», incluso cuando este conocimiento de Dios es puesto en duda por el no creyente. [1]
Cuando un miembro de un grupo social religioso ha cumplido con los requisitos de dicho grupo, se le debería animar a disfrutar de la libertad religiosa, expresando plenamente su propia interpretación personal de las verdades de la creencia religiosa y de los hechos de la experiencia religiosa. [2]
Todas las actividades humanas no religiosas intentan doblegar el universo al servicio deformante del yo; el individuo verdaderamente religioso intenta identificar su yo con el universo, y luego dedicar las actividades de ese yo unificado al servicio de la familia universal de sus semejantes, humanos y superhumanos. [3] Jesús oró por la unidad espiritual entre los creyentes. [4] Los mortales se denominan hijos de fe antes de la fusión con el Ajustador. [5] La única recompensa es el gozo y la comunión en esta vida y la vida eterna en el más allá. [6]
Para ganar almas para el Maestro, no es la primera legua recorrida por coacción, deber o convencionalismo la que transformará al hombre y a su mundo, sino la segunda legua de servicio libre y de devoción amante de la libertad. [7] El espíritu da testimonio a nuestro espíritu de que somos los hijos de Dios. [8] Allí donde dos o tres creyentes están reunidos, allí estoy yo en medio de ellos. [9]
La persona religiosa que tiene fe cree en un Dios que patrocina la supervivencia, el Padre que está en los cielos, el Dios de amor. [10]
Los practicantes de la religión harían mejor en tomar prestado lo mejor de la fe espiritual viviente de sus vecinos, en lugar de denunciar lo peor de sus supersticiones sobrevivientes y de sus rituales anticuados. [11] El mortal consciente de Dios está seguro de salvarse; no le teme a la vida; es honrado y consecuente. [12]
Las personas religiosas deben cooperar realmente sobre la base de la unidad de los ideales y los objetivos, en lugar de intentar hacerlo sobre la base de las opiniones psicológicas y de las creencias teológicas. [13] La gente corriente escuchaba a Jesús con placer. [14]
La persona religiosa sincera tiene conciencia de ser ciudadana del universo y se da cuenta de que se pone en contacto con unas fuentes de poder sobrehumano. [15] Las personas religiosas futuras deberán vivir su religión, dedicarse al servicio sincero de la fraternidad de los hombres. [16] Las dos demostraciones positivas de conocer a Dios son manifestar los frutos del espíritu y arriesgar todo para encontrar a Dios. [17]
El desapego de la persona religiosa hacia muchas cosas que son puramente temporales y banales no conduce nunca al aislamiento social, y no debería destruir el sentido del humor. [18] Las dificultades pueden desafiar a la mediocridad y derrotar a los temerosos, pero no hacen más que estimular a los verdaderos hijos de los Altísimos. [19]
Existe una gran diferencia entre la riqueza que conduce a la avaricia y al egoísmo, y la riqueza que tienen y reparten con espíritu de administradores aquellos que poseen una abundancia de bienes de este mundo, y que contribuyen tan generosamente a sostener a los que dedican todas sus energías a la obra del reino. [20] El Maestro dijo: «Si alguien quiere seguirme, que no haga caso de sí mismo, que se encargue diariamente de sus responsabilidades y que me siga». [21] Las personas religiosas parecen vivir eficazmente liberadas del acoso de la prisa y de la tensión dolorosa. [22] La vida a la que se nos ha llamado es la aventura de establecer, por la fe, el reino de mi Padre en el corazón de los hombres. [23] Un verdadero creyente, cada día que vive, encuentra más fácil hacer lo que es justo. [24] A medida que pasan los días, todo verdadero creyente se vuelve más hábil en atraer a sus semejantes hacia el amor de la verdad eterna. [25]
El verdadero creyente sólo existe con la finalidad de producir los frutos del espíritu: amar a los hombres como él mismo ha sido amado por Dios —que nos amemos los unos a los otros como Jesús nos ha amado. [26] Los hijos iluminados por la fe deben cumplir con el triple deber para con el hombre, Dios y la comunidad. [27] Los creyentes en el reino deben poseer una fe implícita, una creencia con toda el alma, en el triunfo seguro de la rectitud. [28] Tener fe implícita en el triunfo de la justicia. [29] Los creyentes en el reino tienen el mismo don de la vida eterna que resucitó a Jesús de entre los muertos. [30] Los verdaderos creyentes están habitados por el Espíritu de la Verdad. [31]
El propósito de la vida debe ser celosamente protegido contra la tentación de buscar los logros fáciles y transitorios; asimismo, debe ser fomentado de tal manera que se vuelva inmune a las amenazas desastrosas del fanatismo. [32] Jesús vive de nuevo en cada uno de los creyentes. [33] Una personalidad que conoce a Dios y que desea hacer su voluntad, que tiene perspicacia espiritual, es divinamente estable y existe eternamente. [34]
El Espíritu ejerce una influencia personal y directa sobre los seres creados, «porque todos aquellos que son conducidos por el Espíritu de Dios, son hijos de Dios». [35] El creyente vive y triunfa a pesar de la sobrecarga abrumadora de las civilizaciones complejas y parciales de los tiempos modernos. [36] Los practicantes religiosos viven y se comportan como si ya estuvieran en presencia del Eterno. [37] Nuestra verdadera tarea en la Tierra consiste en vivir de tal manera que permitamos al Padre revelarse en nuestra vida. [38] Los discípulos de Jesús viven con energía y entusiasmo la totalidad de sus responsabilidades humanas y de sus privilegios divinos en el reino de Dios. [39] Son uno con Jesús. [40] Sólo un individuo que conoce a Dios puede amar a otra persona del mismo modo que se ama a sí mismo. [41] Los hijos de Dios deben promover la paz y la armonía entre varios grupos de creyentes sinceros. [42]
Los creyentes deben aprender cada vez más a apartarse de las precipitaciones de la vida —a huir de los agobios de la existencia material— mientras que vivifican su alma, inspiran su mente y renuevan su espíritu por medio de la comunión en la adoración. [43] Deben mostrar compañerismo con Jesús en sus vidas. [44] El Espíritu de la Verdad une y conduce a toda la verdad. [45] El espíritu nos enseñará a responder ante los jueces. [46] Debemos confiar y tener confianza los unos en los otros. [47] Debemos confiar en Dios como Jesús confiaba en Dios. [48] Confiar en la bondad de Dios a pesar de la amarga decepción y la aplastante derrota. [49]
Jesús describió la profunda seguridad del mortal que conoce a Dios cuando dijo: «Para un creyente en el reino que conoce a Dios, ¿que importa si todas las cosas terrenales se derrumban?». [50] Aquello que un verdadero hijo desea y el Padre infinito lo quiere, EXISTE. [51]
Los hijos de este mundo muestran a veces más sabiduría que los hijos de la luz en la preparación de su futuro. [52]
Cuando se presentan las dificultades reales, no se puede contar con el apoyo de aquellos que sólo conocen el evangelio en su mente, y no lo han experimentado en su corazón. [53] No os sintáis abatidos ni siquiera cuando los creyentes pusilánimes se vuelvan contra vosotros y se alíen con los enemigos del reino. [54]
Correremos un grave peligro, en épocas posteriores, cuando la mayoría de la gente hable bien de los creyentes en el reino, y muchos que ocupan puestos importantes acepten nominalmente el evangelio del reino celestial. [55] Se languidece en inútil anhelos por no obedecer la verdad. [56] Se debe funcionar en la sociedad como individuos, no como grupos. [57] No se debe estar perturbado por engañadores, guerras, hambrunas, terremotos. [58] No se debe recurrir a la fuerza física para el reino. [59] No se debe intentar moldear a otros en base a algún patrón. [60]
La cantidad de mensaje que tenemos que llevar a la gente es, en cierto modo, la medida de nuestro fracaso en vivir la vida plena o recta, la vida coordinada con la verdad. [61] El creyente sólo tiene que librar una batalla, y es contra la duda —contra la incredulidad. [62]
Jesús indicó francamente que había venido para establecer unas relaciones personales y eternas con los hombres, que siempre tendrían prioridad sobre todas las demás relaciones humanas. [63]
Nosotros, que hemos confesado nuestra entrada en el reino de los cielos, sois en general demasiado vacilantes e imprecisos en nuestra manera de enseñar. [64]
Si unos creyentes declarados no producen los frutos del espíritu divino en sus vidas, están muertos; el Espíritu de la Verdad no está en ellos; son unas ramas inútiles de la vid viviente, y pronto serán cortadas. [65] Los creyentes serán odiado por todos los hombres por causa de Jesús. [66] Serán asesinados por aquellos que creen que hacen servicio a Dios. [67]